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El economista de las nieves
Diario El Comercio 09/12/2011 - Tras dejar de competir, estudió Económicas en EE UU y ahora es gerente para Europa occidental de una conocida marca
«El trabajo es como el deporte: una competición diaria en la que, por lo menos, debes aparecer entre los diez primeros». Ovidio García (Oviedo, 1968) sabe muy bien de lo que habla. Fue esquiador olímpico en los Juegos de Invierno de Albertville, en 1992, y de Lillehammer, dos años después. Poco después, un par de años más tarde, se retiraba de la competición y se marchaba a Estados Unidos.
«Para progresar en la vida tienes que lograr la ventaja competitiva», dice, recurriendo a términos más propios de un economista que de un esquiador. Y es que tras dejar el deporte de competición, se centró en sus estudios, en Norteamérica, hasta convertirse en economista.
Eso sí, no dejó de lado el esquí dado que para costearse sus estudios universitarios hacía las veces de entrenador de este deporte, en Utah. Años después le surgió la oportunidad de trabajar como comentarista televisivo en los Juegos de Invierno de Salt Lake City, en 2002. «Fue muy divertido vivir el esquí desde otro punto de vista, sin el lado malo del esfuerzo, las caídas...», recuerda Ovidio, quien como reportero tenía que «estar en la meta para anunciar quién era cada esquiador porque era el que mejor los reconocía». «Y, a veces, para colocar las cámaras en determinados puntos de las pistas, tenía que ir yo porque estaban heladas y los otros no sabían esquiar», detalla.
Ovidio conoció a su mujer, de origen californiana, en Oregón. Pero a ella le surgió trabajo para la conocida marca deportiva Nike y pusieron rumbo a Portland. Muy pronto él también pasó a formar parte de esta multinacional. «Empecé a trabajar en la creación de productos: bolsas y mochilas de deporte. Y luego pasé al calzado de 'sportwear', los playeros de toda la vida», explica el exesquiador. Los años fueron pasando y a día de hoy Ovidio García es el gerente de una línea de calzado para Europa occidental -«Francia, España, Italia, Inglaterra... Hago estudios de mercado para saber quiénes son nuestros consumidores»- y recurre a un ejemplo para explicar un poco en qué consiste su labor: «Si uno se fija en las estanterías de los grandes almacenes, esos colores y esos modelos no llegaron ahí de casualidad».
El ahora economista se considera un hombre afortunado que siempre ha podido trabajar en lo que le gustaba. «Estudiar Económicas me abrió la mente a muchas cosas», explica, y reconoce que una vez que «sales del mundo del deporte, la vida normal es un 'shock'». Eso sí, ha podido comprobar que existen algunos paralelismos. «El trabajo en las empresas es una competición diaria», apunta.
Años pasados
Ovidio, varias veces campeón de España en slalom, guarda buenos recuerdos de aquella época en la que estaba centrado en la competición. «Cuando te vas haciendo mayor, te das cuenta de que todo aquello era fenomenal, no puedo hacer ningún reproche sobre lo vivido», dice, aunque se retiró joven, con 28 años. «Si las circunstancias hubieran sido diferentes o la manera en que la estaba dirigido el equipo olímpico hubiera sido de otro modo, igual hubiera seguido compitiendo más tiempo», apunta. Eso sí, rápidamente matiza: «No sé si era para mí el mundo de la nieve, ya no tenía pasión por seguir entrenando más años».
También reflexiona que «siempre que hay Juegos Olímpicos se marcan expectativas altas pero ninguno de los que competimos durante aquellos años dimos el salto definitivo hacia arriba».
Ahora, Ovidio reconoce que siente más pasión por su trabajo actual centrado en «las cuestiones de producto, crear líneas y dar información sobre los consumidores». Así, entre estudios de mercado y zapatillas deportivas, compagina su vida laboral con la familiar. Ya tiene un hijo de cinco años y una niña de dos y medio. «Les llevo a la nieve, no quiero que compitan en un futuro, pero sí que aprendan a esquiar», asegura. Y aunque ve difícil volver a España, no descarta traer a sus hijos para que conozcan sus raíces: «Quiero que tengan la experiencia de ir a Asturias porque cuanto más lejos estás, más la echas en falta».
